Como un poeta pagano...

jueves, 22 de febrero de 2007

De pronto...

... Escucho mi nombre. Entré, tomé asiento, me revisaron entero y me dijeron "vuelva el 22".
Hoy, me desperté angustiado porque sabía que tenía que volver. Había olvidado cargar mi pila de pendrive, por ende, lo único que lograba distraerme de lo que vendría era la historia de la anaconda gigante del sur de Africa y como las señoras se asombraban de verla ahí, en la sala de espera.
"$%/(?!¡¿#@ Fuentes" dijo la estúpida que se le ocurre gritar mi nombre real en voz alta y mi estómago subió inmediatamente a mi garganta. "Buenas tardes" dijo él a lo que yo respondí "Hola". No hablé nada durante toda la sesión, probablemente porque él tenía sus manos casi en mi esófago. Fue claro. Tenía que ocupar esa maquinita desgraciada que no hacía mas que hacerme sufrir cuando era más chico. Soñaba con ese sonido que me estremecía por completo apretandome contra las piernas de mi mamá. Sin anestecia, apretaba el botón y ese taladro diminuto empezaba a destruir esa caries que tantas calugas y dulces querían ver.
Hoy fue casi lo mismo, claro que mi cobardía no lo dejó refregarme esa máquina sin anestecia... Sí! y doble. Pero aún así el desgraciado me dijo que ibamos a hacer una limpieza, y eso, maldita sea! era sin anestecia. Mis manos no pudieron apretarse más porque si lo hubiera hecho, tendría que inmovilizarlas. Sufrí hasta el último minuto en esa silla desgraciada. Y mientras pensaba que ya no tendría que venir más, el muy bastardo, me pidió el 15, 22 y 29 de Marzo para hacer absolutamente el mismo proceso y peor aún, me derivó a cirugía porque me extirparán las 4 muelas del juicio que no hacen más que enchuecar mis dientes...
En este momento, después de 3 horas, la anestecia sigue haciendo efecto y aún no he podido controlar mis labios y la salida extrema de la saliva... Uy! Como odio a ese wevón!

jueves, 15 de febrero de 2007

2 Inviernos...

El día comenzó aquí en Concepción un tanto distinto. Las calles se veían envueltas en un mar de gotas que caían lentamente sobre su asfalto y sobre el verano como haciendole burlas porque se estaba adelantando diciendo que queda muy poco para que empiece el invierno y aparezcan nuevamente algunos personajes nativos de esa temporada.
Marzo se acerca y consigo trae el colegio, las pruebas, certamenes y cosas por el estilo. Ropa más abrigada, bufandas coloridas, zapatos gruesos, sopaipillas recien fritas, mucho café y mas cigarrillos de lo normal.
Recuerdo algunos de los inviernos pasados, esos donde saliamos de clases a las 6 de la tarde cuando estaba en 2º básico y a esa hora estaba semi oscuro. La sala ya estaba iluminada y mis compañeros preparandose con sus casacas escolares y esos típicos gorros azul marino que no desentonaban con tu uniforme. Mi mamá, afuera del colegio esperandome con un abrigo negro que le llegaba a los talones y unas botas negras de taco alto. Sabía que algo grande me esperaba en la casa y lo sabía porque su ropa holía a dulce preparados por ella y por mi abuela. Por lo demás cuando me ponía los guantes, sentía sus manos ásperas y ella nunca ha tenido sus manos ásperas. Caminabamos juntos por las calles y todas las chimeneas humeaban sin descanso dando a entender que sus cuartos estaban absolutamente protegidos contra el frío. Entre el aroma a tierra mojada, madera quemada y ese olor típico de invierno llegabamos a casa donde la luz del living estaba encendida y el televisor también. Una salamandra de fierro calentaba mi casa y unas rodajas de manzana y limón la aromatizaban sin evitar que el olor de los empolvados y alfajores que habían hecho durante la tarde se mimetizaran. Los brazos de mi abuela eran eternos y no dejaban de apretarme contra su suculenta anatomía. Sus manos tocaban mi rostro y mis manos y las fregaba con las suyas para que dejaran ese rojo en la piel. Una leche caliente, dulces maravillosos, la teleserie del momento, una ducha tibia, el estelar del día y mientras lo veía un sueño profundo hasta el otro día donde me levantaba viendo el matinal y desayunando con mi abuela mientras el olor del almuerzo perfumaba mi ropa.
Pero no todos los inviernos son así. Cuando más grande entré a la universidad y los inviernos cambiaron por completo. Después de todo un día de clases, mis manos no podian dejar ese olor a cigarros que manchaba mis dedos, mi ropa mojada hasta el final, mis pies congelados y mis zapatillas de lona y punta blanca mojadas hasta las costuras. Mi bolso pesaba increíblemente, un hambre voraz en mi estómago y sólo 5 cigarrillos en mi cajetilla. Había que estudiar para el certamen del día siguiente y la Sole proponía su casa. Tomabamos la micro y los cuatro caminabamos. Llegando a esa casa congelada, que tenía la misma salamandra que había en mi casa, preparabamos la once. Pan tostado, té hirviendo, palta, huevos y el mejor queso del mundo en la mesa. Todo envuelto en un frío permanente que no nos dejaba en ningún momento. En la tele, la teleserie del momento, y nosotros fumando como condenados. En la pieza, usabamos pijamas, nos secabamos el pelo y nos leiamos la materia. Seguíamos fumando con las mismas ganas. Risas continuas. La tetera en el piso y seguíamos estudiando... Dormir y muy pronto levantarse para dar ese maldito certamen que nos dejaba dormir hasta más tarde. Era 1º año y aún no nos acostumbrabamos... Gran invierno... Aunque hay varios más...

jueves, 8 de febrero de 2007

¿Y en qué momento despertó la ciudad?

Mientras dejaba a mi amiga esperando el colectivo, prendí mi pen drive y busqué una de las canciones que me trae obsesionado estos días y seguí el primer rastro de sol de la mañana. Ese sol que molesta la primera vez que lo ves, pero a medida que te acostumbras se hace tan agradable que piensas que no hay nada mejor que dejar al sol iluminar tus ojos.
Eran las 7 de la mañana y encendí mi primer cigarrillo. Un tanto mareado por el sabor y por la noche anterior que estuvo llena de movientos telúricos potentes y con una intensidad que casi me saca la polera. Me senté a mirar la ciudad y su vida matutina. Los personajes que la hacen mágica y los iconos volviendo a la vida después de un sueño eterno. La virgen de la catedral se despierta para recibir a los católicos afanádos por escuchar la palabra, el reloj vuelve a ser visto por la gente, El vendedor de café calienta el agua, el ejecutivo atrasado que le compra su desayuno, el barrendero que bosteza y uno que otro personaje de la vida caminando apurado, mientras tanto un fumador que tarareaba la cancion de Richard Ashcroft los miraba para inspirarse por un tanto.
Las luces de la ciudad se apagan todas al unísono, el sol se levanta cada vez mas rápido y el moviemiento es cada vez más rápido y santiaguino. ¿En qué momento se despertó la ciudad? ¿En que momento se iluminó tanto si estuve despierto toda la noche? ¿Quién pasó por el centro primero?
Una fumada más y mi cigarro se acababa. La cancion ya no era Song of a lover, pero cambió a Crazy que es una de las canciones que me gusta escuchar cuando camino por Concepción. Y es que hoy caminé por mi Concepción tranquilo, nadie me empujaba, nadie me irritaba por su lento caminar, nadie me hinchaba por ser tan excéntrico, eramos sólo yo, Alanis en mis oídos y los ruidos de la ciudad despierta que comienza su rutina así como yo sigo la mía...

lunes, 22 de enero de 2007

Ruleta...

Recuerdo que una vez, para una navidad pedí una bicicleta. Mi mamá por otro lado, evitando mal acostumbrarme, me pidió un promedio sobre 67 y sin mucho esfuerzo, lo obtuve. De ahi en adelante no pude evitar plantearme el tema de la competetividad y de ser el mejor siempre.
Modestia aparte, pero cada vez que me propongo algo, lo consigo sin mucho esfuerzo.
Quise ser amigo de los más respetados del colegio y lo hice, una vez vi un cuello y prometi morderlo alguna vez y romper esos labios a besos. No me limité en absolutamente nada y lo mordí un millón de veces más. Una vez quise conseguir los besos de quien me mantenía despierto hasta las 6 de la mañana frente al pc. Era un revoltijo de hormonas y nervios cada vez que se conectaba tarde en las noches de verano y yo tipeaba sin atender al resto de las conversaciones, conversaciones que derivaron en confesiones que dieron paso a un beso eterno durante un año. Y es que a pesar de lo que pasó con nuestras vidas y con los terceros, el cariño perdura y los nervios también. No he podido dejar de recordar...
Cuando quise trabajar en eventos, me fueron a despertar para empezar a trabajar. Cuando pensé atender en un pub, me ofrecieron el trabajo en un momento irónicamente delicado, pero lo acepté igual. Cuando quise optar a la práctica profesional en el colegio que yo quería, y aunque estaba medio atrasado, me la dieron igual. Y cuando me propuse trabajar y quedarme ahi mismo, lo logré sin mucho ajetreo.
¿Es bueno dejarle todo a la suerte? ¿Es bueno creer en el azar? por otro lado ¿Será la suerte la que me ha beneficiado o simplemente me lo merezco?
Es extraño, pero me gusta pensar en que tengo buena suerte. Recuerdo que solían decirme que tenía una estrella que encantaba y que atraía la suerte del resto. Es que es ser como elegido, como atreverse y no hacer nada, dejarlo a las manos de la suerte y cerrar los ojos... Me gusta eso... Me quedo con los ojos cerrados...

miércoles, 6 de diciembre de 2006

Tónica

Cuando sólo un tema anda mal, todo anda mal. Es un complemento y eso hasta el dia de hoy, sigue siendo una verdad, pero de esas que uno nunca quiere aceptar.
Hoy me tomé una tónica de esas bien amargas y baratas. Si hay que ponerle un nombre, pongamosle, Piri Tónica, para que queda claro que fue horrible de sabor.
Cuando el tiempo pasa y ese sabor extraño y potente empieza poco a poco a desaparecer, tiendes a cambiar de sabor, ya no es el mismo que probaste por meses, sino que cada vez se está más dulce y agradable. Pero cuando crees que la bebida está en su mejor momento y que ya no sientes ninguna amargura en tu garganta, el mesero te lleva una Piri Tónica en envase de cristal, para que no puedas sospechar su contenido. Una reunión me hizo probar tal bebida, aunque siempre sospeché que me la iba a tomar sabiendo que no debía. Sus ojos estaban ahí, sin posibilidad de evitarlos. Molestaban porque mi orgullo se iba quebrando, mi desprecio eterno se iba poniendo cada vez más ligero y mi boca cada vez más seca. No quiero decir que amo esos ojos porque mentiría si lo digo, de hecho no hay sentimiento alguno, pero algo pasa que mis ojos dejan de ser brillantes y se tornan incómodos y poco fiables. Lo atribuyo a que el piso tiembla en un grado en la escala de Righter, muy leve pero permanente.
El tiempo pasó y las ganas de irme eran horrendas. Sólo un trago rompería con ese momento. El tiempo sigue pasando, la tónica deja aun un sabor, pero ya no es tan fuerte. Estoy en mi casa, en mi pieza, absolutamente protegido con ganas de acostarme y despertar en Cuba, en la playa y con una tónica pero Nordic.
El tiempo seguirá pasando y ya no quedará más que un leve recuerdo que me permita conectarme con los ojos pero sin rencor alguno...

Chasing cars... Snow Patrol...

jueves, 23 de noviembre de 2006

Inevitable

Es inevitable no caer en la tentación de escribir. Es entregarle la complicidad a las personas que tengan la intención de leerte, tiene algo de exhibicionista esto de escribir acerca de un tema en particular de tu vida, de tu mundo, de ese mundo que muchas veces es secreto, ese mundo al cual no dejas que alguien entre porque puede tener la libertad de darte una opinion cuando no la quieres escuchar. Escribir tiene algo de desahogo, de decir todo lo que tu lengua quiere, escribir entre lineas para dar a conocer tu intención con un lenguaje más íntimo que sólo algunos conocen. Es como una clave morse que después de un previo acuerdo, muchas veces inconsciente, se registra para hablar sin que el resto entienda tu código. Nadie me podría refutar que no es entretenido tener ese código con alguien. Sin embargo este "diario" no tiene relación alguna con algún agente extraño. Por el contrario, abarca otro mundo, un mundo nuevo que se ha ido escribiendo como esa película que sueñas con protagonizar, esa película que quieres dirigir, porque si fuera tu vida hecha película sería ganadora de todos los premios y todos quedarían absolutamente maravillados. Ojalá puedira hacer esa película, muchas cosas quedarían claras y hasta besos repartiría.
Es más que algo íntimo, es tuyo, como ese tatuaje que a pesar que a nadie le gustó, tu te sientes de lo más cómodo y feliz de saber que está ahí. Y lo miras y no te cansas de hacerlo porque no puedes creer que es tuyo y que está en tu piel. Es cómo ese gusto que te deja el helado de chocolate que provoca más que un simple amargo en tu garganta. Haz la prueba y observa a esa gente que prueba el chocolate y notarás que todas cierran los ojos. Es cómo cuando sientes ese perfume, ese que no puedes saber su nombre, pero que al saberlo deja de llamarte la atención.
Eso es un blog, es escribir de lo que tus foros expulsan... dejemos entonces que sea la piel la que siga tipeando...


[Besos y abrazos eternos]